La Revolución es un debate único, una sola confrontación que se escenifica en varios campos: el gran debate entre Socialismo y capitalismo, entre amor y egoísmo.
Recientemente los intelectuales de derecha reunidos en Caracas fueron invitados a debate por intelectuales defensores de la Revolución. El hecho causó revuelo, se formó una especie de sainete continental, la cosa quedó en la manipulación de los medios.
Al virtualizar, al personalizar el debate, se diluye el Debate Principal, el del Socialismo enfrentado al capitalismo.
Los obreros, a través de Vanguardia Obrera Socialista, invitan a debate a los capitalistas, a Lorenzo, Sigala, Zuloaga, Alfonso, ese es el gran debate, Socialismo enfrentado a capitalismo, los empresarios lo evitan de mil maneras, por ahora lo ignoran, los desprecian.
Los empresarios retados por los obreros se escondieron tras la tolvanera levantada por los intelectuales.
Los empresarios desde siempre han evitado la publicidad, es comprensible, quien comete un fraude no le gusta ser identificado, y ya sabemos que todo empresario se apropia del trabajo ajeno, por tanto es un estafador.
Los capitalistas entendieron temprano que la publicidad es para esconder la ratería, no para evidenciarla, de eso depende la permanencia, la posibilidad de continuar la estafa. Es así que se apropiaron de los medios de difusión.
El valor de la publicidad, la fuerza de los medios, lo comprendieron tan claro que Cisneros, el capitalista mayor, vendió tiendas para comprar un satélite.
Toda esta batalla, o mejor, toda esta evitación de la batalla, toda la manipulación para no hacer el debate entre Obreros y Empresarios, se dio en los medios de manipulación. Los oligarcas lo pueden hacer con facilidad, ellos son los dueños de la “libertad de expresión”.
Lo que no pueden hacer sus intelectuales, y eso les angustia, es un capitalismo sin sus consecuencias macabras, terribles para la humanidad y el planeta, esa realidad no es manipulable. Entonces, quien defienda al capitalismo tiene que cargar con sus lacras.
Ese es el centro y la debilidad de los capitalistas y sus intelectuales, por eso rehúsan el debate, irían en desventaja. Esa es la gran tragedia de un Emeterio Gómez, por ejemplo, defienden lo imposible, basta ver alrededor para darse cuenta que el sistema capitalista es indefendible.
La única defensa posible, el último refugio de los intelectuales capitalistas, coherentes con sus líneas argumentales, es proponer el “hombre egoísta”, el que no tiene futuro, verdugo de sí mismo, tan condenado que su mayor, mejor y única producción posible, es el capitalismo.
Entonces al defender al capitalismo tienen necesariamente que negar al hombre, condenarlo a ser víctima de su propia naturaleza.
Tenemos fe en el triunfo rotundo de los obreros, del humano, en ese combate que hoy los empresarios rehúyen en los medios, pero que se escenifica en el mundo real, entre capitalismo y Socialismo.
Los obreros construirán el Socialismo, acabarán con el fraude capitalista, ganarán el Debate Principal.
¡El Socialismo está ganando el Debate Principal!
¡Chávez es Socialismo!
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