6.5.09

LA CIENCIA, UN NIÑO, UNA REVOLUCIÓN

Oímos discursos que llaman a una ciencia que beneficie al pueblo. Y se dice que ésta será dirigida a las necesidades más inmediatas de la sociedad, y oimos los aplausos que apoyan esta proposición.
A primera vista parece inobjetable, pero como todas las proposiciones en una Revolución verdadera, merece reflexión.
¿Cómo saber si una investigación científica será útil a la humanidad? Veamos.
Por ejemplo, el Polo Científico de Cuba que produce vacunas y medicamentos, nadie duda de sus beneficios a aquella sociedad y a la humanidad entera. Pero ¿dónde y cómo empezó el conocimiento que allí se aplica? ¿Las investigaciones iniciales habrían despertado la aprobación de los que aplauden la ciencia que han llamado ciencia social? Investiguemos.
Los estudios sobre la genética molecular o de ingeniería genética, comienzan con las investigaciones sobre la composición del núcleo celular, que parecería pérdida de tiempo, y se encadenan con descubrimientos mucho más antiguos, como los de Mendel, quien en un convento pasó años estudiando el comportamiento de los descendientes de los frijoles, conocimiento que a la vista de los incautos parecería innecesario, derroche.
La evolución de este conocimiento que viene desde lo más “puro”, lo que aparentemente no tiene aplicación, llevó a la humanidad al descubrimiento del Ácido Desoxirribonucleico (ADN), que también podría parecer de dudosa utilidad para la comunidad pero abrió la puerta para la ingeniería genética, hoy extraordinariamente útil.
Lo anterior es un ejemplo del respeto que se debe tener por la ciencia, por la adquisición de conocimiento.
Una Revolución, que es la gesta más importante de la humanidad en el camino de su realización, debe prestigiar la búsqueda del conocimiento científico, tenerla como una de sus metas vitales, dignificarla, nunca despacharla con desprecio, y menos intentar ponerle límites inmediatistas.
Es imposible decir a priori cuál conocimiento será útil y cuál no. Las grandes potencias lo han sido principalmente porque estimularon la adquisición de conocimiento, y se cuidaron de la trampa de preguntar para qué sirve una investigación, un descubrimiento, que es como pretender saber cuál será el futuro de un niño, para qué servirá, o para qué servirá una revolución que nace en un delirio, en un yate, o en un juramento.
Copérnico observaba el cielo sin pretensiones de utilidad inmediata, y al cabo de siglos esos conocimientos aparentemente inútiles llevaron al hombre a la luna, y a marte, y a una nueva visión del mundo. En esa búsqueda el hombre se hizo más humano, quién lo duda.
La calidad de una Revolución se puede medir por la calidad de la ciencia que se intente hacer. la liberación tecnológica tiene en su raíz la liberación científica, la ciencia pura.
Podemos decir que una potencia tecnológica, será, tiene que ser, necesariamente, una potencia científica.
La historia de la ciencia es la historia de la humanidad, el hombre se convirtió en este humano que hoy conocemos por su acervo de conocimientos científicos. Saber cómo los hombres han crecido, nos ayudará a seguir creciendo.
¡Socialismo es Ciencia!
¡Chávez es Socialismo!

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