12.4.09

CRISTIANISMO Y SOCIALISMO

Cuando el Comandante Chávez dice que cristo es el primer socialista de la humanidad, está rescatando una verdad histórica, y al mismo tiempo fundiendo en un solo destello el humanismo de los revolucionarios con la espiritualidad de los cristianos. Está uniendo lo que la infamia había separado para impedir que el humano encontrara caminos de redención; que expulsáramos definitivamente a los mercaderes del templo, o dicho en cuentas modernas, expulsáramos a los capitalistas de la economía.
La idea de liberar al humano de la esclavitud de tener que venderse o de ser vendido, ha acompañado a la humanidad por toda su historia. Siempre el hombre ha buscado maneras de zafarse de la situación donde el hombre es lobo del hombre, o en las que la vida significa una guerra de todos contra todos. Las comunidades de los cristianos primitivos, que seguían las enseñanzas de Jesús resucitado, son un paradigma en esa búsqueda. De acuerdo a la Biblia: “No había entre ellos indigentes porque todos los que poseían haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido y lo ponían a los pies de los Apóstoles; y se repartía a cada uno según necesitaba”.
No cuesta mucho percibir los fundamentos del Socialismo en esa manera de vivir. Sólo son necesarios pequeños ajustes para hacer de estos preceptos las bases de la sociedad del Socialismo siglo XXI.
La Revolución Bolivariana ha sentado base teórica para la unión de cristianos y socialistas. Está unión le confiere una fuerza nueva a la causa revolucionaria. Cristo es socialista y los socialistas somos cristianos. Ahora nos reconocemos como hermanos en la construcción de la sociedad que soñaron los cristianos primitivos.
Hoy existen condiciones para darle base material a lo que desde hace dos mil años es un sueño.
Sirvan estas reflexiones como homenaje a la Semana Santa, la semana en que se conmemora la caída en combate del primer socialista de la historia. Y sea propicia la ocasión para recordar a los mártires socialistas que siguiendo los pasos de Cristo, la búsqueda de la redención del humano, de la construcción de la sociedad del amor, cayeron también crucificados en combate.
Recordemos a Bolívar, sin camisa en San Pedro Alejandrino, a Sucre en Berruecos, a José Martí, a Zamora, al Che, a Fabricio, al Padre Camilo Torres, a Monseñor Romero, a Rosa Luxemburgo. Y recordemos sobre todo al revolucionario desconocido, al luchador anónimo que ha forjado con su sangre y con su esfuerzo esta larga historia de lucha por el amor, por la vida, por el Socialismo.

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