Nosotros pensamos que la Revolución es ante todo un acto espiritual, ese es el terreno de confrontación de la realidad, de la materialidad. Una Revolución será lo que sea su espiritualidad. O, dicho en otras palabras, una Revolución será según el grado de Conciencia del Deber Social alcanzado.
Cuba Socialista se mantuvo por su fuerza espiritual, no por su fuerza material. A la Unión Soviética le falló la fuerza espiritual y sucumbió en medio de su fortaleza material.
En consecuencia, las revoluciones deben ser celosas protectoras de su fuerza espiritual, de la Conciencia del Deber Social, construirla y protegerla, esa es la clave de una Revolución.
Nuestra Revolución, por ser pacífica, ocurre en convivencia con fuertes formas capitalistas, además se da en un país rentista, donde su mayor riqueza proviene del petróleo y no del trabajo. Estas características nos obligan a un cuidado extremo en los pasos que demos en la construcción del Socialismo, a afinar la teoría, a ir más allá de la superficie, a apoyarnos en la esencia del Socialismo, en definitiva, a respetar, como un asunto de vida o muerte, la formación de la Conciencia del Deber Social, que es el pilar fundamental del Socialismo.
Es en este marco que se debe estudiar la producción, los índices, las dificultades económicas. Veamos.
Dadas las circunstancias de la Revolución Bolivariana, es previsible que la economía afronte dificultades provenientes de la convivencia de los dos sistemas en la etapa de transición hacia el Socialismo.
Recordemos que estos sistemas no tienen una convivencia pacífica, entre ellos se escenifica una lucha a muerte, solapada, con sordina, pero a muerte. En estas circunstancias cobra mayor vigencia la advertencia del Che: “al imperialismo no se le puede creer ni tantico así… nada”.
Los problemas económicos que se presenten en la etapa de transición, deben ser resueltos de manera global, evitando la tentación del éxito inmediato, y de poner la solución en manos de la mellada experiencia enemiga. Explicamos.
Si tenemos por ejemplo, un problema de producción, debemos solucionarlo con más Socialismo, y no con más capitalismo.
En el primer caso, creamos territorio para apuntalar la Conciencia de Deber Social: lo que perdamos en efectividad productiva lo ganamos en efectividad en conciencia. A la larga, la sociedad se beneficia, el remedio remedia la enfermedad.
En el segundo caso, solucionando el problema con más capitalismo, podemos, en el mejor de los casos, tener un aumento de la producción, pero a costa de anclar el capitalismo en el alma social, y esto en cualquier instancia perjudica al Socialismo, traerá consecuencias nefastas para la sociedad. A la larga, es peor el remedio que la enfermedad.
A esto se refería el Che cuando decía que “no se debe caer en la tentación de querer construir el Socialismo con las armas melladas del capitalismo”.
Siendo así, las concesiones que hagamos al capitalismo deben ser muy bien pensadas, altamente justificadas y, sobre todo, contrarrestadas con una gran campaña de información y formación socialista.
Criticar es amar
José Martí
José Martí
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