3.2.08

LA PELIGROSA POLÍTICA

Lo peor que les puede pasar a los políticos es hacer política sólo en la política, justificar la acción política en si misma, o dicho directamente, aislar la política de la realidad de las masas. Si eso es verdad para los políticos oligarcas, para los revolucionarios es un asunto de vida o muerte.

En la Revolución Bolivariana , y más después del fracaso del 2 de diciembre, existe la tendencia a caer en el pragmatismo político y olvidar a las masas, o peor, subestimarlas, considerarlas cretinas. Veamos.
El grueso de la política revolucionaria se está escenificando en el terreno de las elecciones oligarcas. Es así que el campo revolucionario, en la mejor tradición de la cuarta, abunda en zancadillas, pujas innobles, descréditos, artimañas nepóticas, todo por las candidaturas y todo a espaldas de las masas.
No se mide ninguna consecuencia, todo es válido con tal de conseguir el puesto, se llega hasta lesionar la autoridad del Comandante, debilitando su imagen y abriendo camino para el derrocamiento. Tomando como excusa a un supuesto poder del Pueblo, se infringen las mayores felonías a ese Pueblo que se invoca.
Los formadores de opinión revolucionarios, los columnistas de prestigio, comportándose como maquiavelos y fouchés de quincalla, intrigan buscando una supuesta división del campo oligarca. Maniobra inútil e infantil que al final sólo le sirve de tinglado a la contienda oligarca, desarmando la conciencia revolucionaria de las masas.
Por otro lado, actuamos al son de los medios de deformación oligarcas, ellos forman tolvaneras de opinión, y nosotros, desesperados, corremos a dar respuestas convulsivas, pero sin enfrentarlos en su mismo terreno, el terreno mediático.
Por ejemplo, frente al desabastecimiento, problema aumentado por los medios de desinformación, la respuesta deben ser los operativos, pero también acusar al capitalismo y a los capitalistas como causantes del problema, criticarnos de haber sido débiles frente al capitalismo y de haberle dado campo para que nos agreda. Debemos fortalecer la conciencia revolucionaria del Pueblo, acerarlo para que sea capaz de sacrificios. No es posible hacer Revolución con un Pueblo consentido y malcriado, incapaz de soportar la menor carencia.
La misma conducta se debe tener frente a la llamada inseguridad, dejar claro que con el capitalismo no es posible seguridad alguna, y menos para los humildes. La “seguridad” en el capitalismo está reservada a los oligarcas en sus zonas de privilegios, con alta vigilancia policial, y aún así sólo es parcial.
Si los revolucionarios insistimos en hacer política de espaldas a las masas, dando espectáculos vergonzantes y deprimentes, si insistimos en hacer política dando respuestas parciales a los problemas que aumentan los medios enemigos, si no asumimos la responsabilidad de organizar y conducir al Pueblo, si no damos un viraje a nuestra conducta y retomamos el camino radical revolucionario, si no atacamos al capitalismo, si insistimos en hacer Socialismo sin acusar al capitalismo, si insistimos en ser antiimperialistas sin ser anticapitalistas, entonces irremediablemente estaremos cavando nuestra sepultura.

¡Revolución que no crea conciencia revolucionaria pierde elecciones!
¡Chávez es Socialismo!

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