18.5.07

EL CHOQUE DE DOS MUNDOS

Una Revolución es en definitiva el choque bestial de dos mundos. Uno, el futuro, que al principio sólo vive en la imaginación, en los sueños de unos pocos. Otro, el pasado, que vive anclado en el alma de todos.
Uno que debe ser ayudado a germinar, el otro que debe ser extirpado. Uno que debe ser construido en el filo de los acantilados de la existencia, el otro que cuenta con miles de años de arraigo. Uno difícil, contracorriente, cuesta arriba, pero imprescindible, vital, el otro fácil de perpetuarse, con el viento a favor,
llevado por la inercia de la historia, pero fatal para la humanidad.
Los revolucionarios se ponen del lado del futuro, y comienzan la hermosa, aunque ardua y a veces ingrata, tarea de abrir cauces para el nacimiento del nuevo mundo y del nuevo hombre que lo habite.
En esta lucha lo primero es vencerse a sí mismo. La principal tarea del revolucionario es vencerse a sí mismo, vencer su historia, su educación, en pocas palabras, hacerse un hombre nuevo, “un hombre del futuro, un hombre que no pertenece a su tiempo”.
La evolución del pensamiento en el individuo revolucionario, recapitula la evolución del pensamiento revolucionario en la humanidad. Veamos.
Primero, fue la utopía y la filantropía: el hombre comprendió que algo andaba mal en el capitalismo y había que superarlo. Pero, no sabía cómo, no tenía el conocimiento para hacerlo, sólo tenía el sentimiento. Fueron
los días del Socialismo Utópico, de los llamados a la piedad de los capitalistas, a no maltratar a los obreros, disminuir la explotación. Algo así como el capitalismo con rostro humano.
Después, el pensamiento revolucionario avanzó hasta comprender los intríngulis de la explotación, el meollo del funcionamiento capitalista, el origen del mal, que no es otro que la propiedad antisocial de los medios de producción, que se mantiene sostenida por una locura, que hace que la vida no tenga como fin el bienestar del hombre, sino que tenga como fin el bienestar del dinero, del capital. Es decir, las acciones de la sociedad son regidas por el bienestar del capital, rector de nuestras vidas.
Esta locura nos gobierna y es el principal obstáculo para la Revolución. Son muchísimas las formas, excusas, atajos, evitaciones, dribles, miedos, distracciones, evacuaciones, regurgitaciones, que aparecen a la hora de enfilar contra la propiedad antisocial de los medios de producción.
Ahora bien, no hay otro camino, el Socialismo, el mundo del futuro, no se puede construir sin sustituir esa forma de propiedad. Intentarlo es perderse en una ciénaga de contradicciones en la que resolvemos un problema para que surjan dos más, caminamos en círculos construyendo laberintos sin salidas.
En el choque de los dos mundos, en esa contienda contra los siglos que nos habitan, la única oportunidad de triunfar, de que la humanidad avance, es ir con firmeza hacia adelante, buscar el futuro con desespero, exageración, equivocarse para adelante, pecar por exceso, las medias tintas alimentan al pasado.
¡Chávez es Socialismo!

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