7.6.06

LOS VERDUGOS

Las victorias de Alan García y de Uribe, llaman a una necesaria reflexión: cómo es posible que un pueblo algunas veces elija a sus propios verdugos, y en otras ocasiones de muestras de extraordinaria elevación altruista.
La respuesta tiene dos caras, por un lado las clases dominantes, los verdugos, capturan la conciencia popular, en eso basan su dominación, dicen los clásicos que la principal arma del dominador es el alma del dominado. Para esta dominación se valen de los medios de comunicación, de la escuela, las artes, etc. Toda la espiritualidad de una sociedad la ponen al servicio de la colonización de la conciencia popular. Todo al servicio de que el sistema que favorece al verdugo sea aceptado por las víctimas. Así se explica cómo los alemanes eligieron a Hitler, o que los norteamericanos eligieran a Bush, o que Alan gane en Perú. Significa que esos pueblos quedaron a merced de las clases sociales dominantes.
Frente a esto, dos corrientes intentan romper esta situación.
Los idealistas populistas postulan que el pueblo, instintivamente, encuentra el camino hacia su redención. Esta corriente de pensamiento es enemiga de la organización nacional, de los líderes nacionales, y de las teorías revolucionarias. También son enemigos del Estado, de cualquier Estado. Disfrazan su posición en un supuesto amor por el pueblo, cuando en realidad lo privan de sus mejores armas, la teoría, la organización y el liderazgo. Condenan a la masa a no tener dirigentes, para ellos pueblo es sólo el pueblo sin conciencia. Fragmentan el binomio pueblo-dirigente, pueblo-vanguardia, que es la expresión del pueblo conciente. Sin este binomio los humildes son condenados a un collar de derrotas.
Por su parte, la teoría revolucionaria propone que la lucha por la emancipación de los pueblos es en esencia la lucha por la conciencia de la sociedad. Los triunfos de Fidel, Chávez y Evo, significan que la conciencia del deber social, que es la conciencia de la Revolución, se instaló en grandes sectores de la población y así se concretó el triunfo revolucionario. El binomio vanguardia-pueblo se hizo fuerte, cumplió su papel y condujo al triunfo.
Esa es la explicación de fondo, esa es la enseñanza más importante de las últimas elecciones en el continente: es necesario elevar la conciencia revolucionaria en los pueblos, esta conciencia no se adquiere espontáneamente, es labor de las vanguardias.
Hay otra enseñanza, la lucha revolucionaria se dilucida en la conciencia social, en la conciencia del colectivo. Si la Revolución, si la conciencia del deber social no avanza, indefectiblemente avanzará la conciencia capitalista, la del egoísmo, y los pueblos retrocederán en el camino de su redención y elegirán a sus verdugos. La historia tiene ejemplos claros y crueles de esta afirmación.
¡Solo el Socialismo salva al pueblo!

¡Chávez es Socialismo!

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