3.8.11

LA LEGITIMACIÓN (Miércoles 03-08-2011)

La legitimación oligarca es diferente a la Revolucionaria, en los mecanismos de legitimación se muestra la esencial diferencia entre Revolución y contrarrevolución. Veamos.

La legitimación oligarca se basa en la fuerza, en la coerción de las grandes mayorías, esta fuerza puede ser física, represiva, o puede ser la fuerza sorda de la manipulación mediática, del sometimiento ideológico.

Cuando el Libertador dice "Por la ignorancia os han sometido más que por la fuerza", está estableciendo las dos formas de legitimación. La principal, la manipulación, el engaño que encuentra terreno en la ignorancia y, cuando ésta falla, la fuerza bruta.

La historia está llena de ejemplos. Con Allende se muestran claramente las dos caras de la legitimación contrarrevolucionaria. Lo hacían en unas elecciones que siempre les favorecían, cuando este mecanismo les falló, surgió la brutal fuerza como el gran certificador de un gobierno oligarca.

Aquí en Venezuela la historia es similar, Chávez les ganó en su terreno electoral y los burgueses comenzaron inmediatamente a buscar la forma de tumbar al gobierno que nacía, a legitimar por la fuerza la transición.

La legitimidad de la Revolución, y esto no debe confundirnos, no son las elecciones burguesas, es la movilización de las masas, son las masas actuantes. Claro que hay que ganar las elecciones burguesas, esas son las reglas de nuestro camino pacífico, pero hay que tener claro que eso no nos da legitimidad revolucionaria. Ésta solamente surge de la movilización.

Abril fue un ejemplo, allí se derrumbó la ficción de legitimidad de las elecciones y surgió la verdadera legitimidad revolucionaria: las masas actuando, defendiendo a Chávez y a la Revolución. Con el sabotaje petrolero la situación fue similar, la masa actuante, los obreros petroleros, el pueblo civil y militar en acción, le dieron al gobierno la legitimidad que las elecciones no podían.

Ahora que se aproximan elecciones debemos tener presente esta situación. Es necesario ganar, pero más importante es elevar el nivel de movilización de la base social de la Revolución.

Los pasos que se den para ganar las elecciones nunca deben ser a costa de diluir la conciencia de las masas, recordemos que sin conciencia no hay movilización y sin movilización no hay legitimidad revolucionaria.

Cuando proponemos alianzas con sectores sociales, cuando convocamos a sectores tradicionalmente enemigos, o mejor, visceralmente contrarrevolucionarios, debemos hacerlo invitándolos a incorporarse a la Revolución, a su dinámica, a su lógica, y nunca desdibujando los límites, las metas revolucionarias, siendo complacientes. Esta actitud nos causa un grave daño, confunde, borra los límites, nos iguala en un supuesto mismo esfuerzo, unas supuestas construcciones comunes. Y, si somos iguales, ¿para qué luchar? La permanencia del capitalismo consigue justificación.

De esta manera nos debilitamos, allí donde es importante, en el corazón de los desposeídos, perdemos capacidad de movilización. Así, podemos ganar elecciones, lo que es dudoso, pero seguro perdemos legitimidad verdadera, capacidad de movilizar al pueblo.

¡Las elecciones hay que ganarlas con más Socialismo, nunca con capitalismo!

¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!

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