Asombra el volumen de mentiras que la oligarquía vierte sobre la sociedad, ya la falsedad se usa sin pudor, es la norma, la verdad los abandonó.
Las mentiras ocupan la mente de la masa escuálida. Para ellos peña esclusa es un angelito al que sembraron explosivos en la cuna de su niñita. El terrorista chávez abarca no intentó entrar al país a asesinar, sino que fue secuestrado en Guatemala. El cardenal nunca ha roto un plato, ni es cómplice de un golpe. Para ellos Chávez es un dictador a pesar de docenas de elecciones. Para los oligarcas el derrame de petróleo en el Golfo de México es culpa del Ministro Ramírez. Comen pollo, comen carne, leche, arroz, albóndigas, salchichas, pero gritan que todo está podrido, y proclaman desabastecimiento. Para la oligarquía el golpe de abril fue un vacío de poder, y Puente Llaguno sucedió tal como lo mostraron los videos trucados por globovisión.
Es así, la mentira es una constante en la relación de los oligarcas, no podía ser de otra manera, su sistema se basa en la mentira que oculta a la explotación. Para ellos todo lo que justifique su sistema es verdad, y todo lo que lo ataque es mentira. Este es su criterio de veracidad.
Siempre el sistema capitalista usa la mentira para justificarse. Pero, cuando está en peligro el sistema, entonces la invención remonta niveles de esquizofrenia. La mezcla que la mentira crea entre realidad y ficción desquicia al espíritu. La masa oligarca se separa tanto de la realidad que su única referencia es la información de los medios: la televisión y la prensa construyen un mundo sustituto de lo real.
En esta situación la masa está inerme al arbitrio de los intereses de la oligarquía dueña de esos medios. Es así que la empujan al fascismo.
Lo primero que hacen es deshumanizar a los adversarios. A Chávez lo califican de todo menos de ser humano, de esta manera no hay culpa si lo guillotinan, y a sus seguidores les dicen monos, plaga, así justifican el holocausto. Al gobierno lo tildan de dictadura, a pesar de la libertad que tienen para planificar su derrocamiento.
A esta descalificación, que desdibuja los contornos humanos, que justifica cualquier crueldad contra Chávez y Chavistas, se suman los miedos inoculados directamente al inconciente, el principal de ellos es el miedo al despojo. De esta manera el cuadro está completo, el fascismo tiene bases sólidas, justificación, es aceptado por el alma oligarca.
Las mentiras de globovisión, el nacional, patricia, bocaranda, marianela, marta, teodoro y otros focos de distorsión de la realidad, no son inocuos caprichos de sus autores, tienen conexión directa con la creación del monstruo fascista que se asoma en el horizonte.
La Revolución debe dar respuesta allí, en el alma colectiva, que es donde se produce la batalla. La vida, la alegría, la verdad revolucionaria, deben derrotar a la muerte, al odio, a la mentira fascista.
¡Chávez es Cristianismo, Socialismo!
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