21.8.09

EL OLVIDO

Las clases dominantes, los triunfadores, aplastan a los líderes, a las gestas de los derrotados. Así ha sido en la historia de la humanidad, con esto no estamos diciendo nada nuevo, sólo recordamos que la historia la escriben los triunfadores.
Las clases dominantes ofrecen al recuerdo de los pueblos sólo a los líderes que favorecen sus intereses. Siendo así, condenan al olvido a los revolucionarios, deforman sus gestas, falsifican su vida. Esta capacidad de hundir es limitada, nunca es absoluta.
Cuando los pueblos despiertan y reencuentran sus rumbos de redención, regresan al pasado en búsqueda de sus olvidos, reconstruyen la verdadera historia de sus luchas.
En esta labor de arqueología del sentimiento encuentran tesoros, porque el corazón social siempre guarda en lo profundo a los grandes luchadores.
Hay numerosos ejemplos de rescate y de rectificaciones históricas:
El Libertador fue víctima del intento de olvido, y sólo fue hasta casi medio siglo después de su muerte que fue recuperado oficialmente su recuerdo.
La gesta de Fabricio sólo florece con la llegada de la Revolución Bolivariana, antes estaba su recuerdo confinado a las catacumbas de la resistencia.
Ha sido siempre así, los rebeldes no tienen espacio en los Olimpos oligarcas.
El líder que sin duda ha padecido con mayor fuerza esta operación de olvido, es Lev Davídovich Bronstein, conocido como León Trotsky. Un líder comparable al gran Lenin, con él compartió combates importantísimos para la historia del Socialismo y de la humanidad.
Dirigió la gloriosa insurrección de octubre, que abrió camino a la República de los Soviets. Luego fundó de la nada al Ejército Rojo, con él dirigió grandes batallas en defensa de la Esperanza de la humanidad, del primer ensayo de futuro viable, de superación del capitalismo que ya veían nefasto.
Este líder fue ferozmente perseguido por Capitalistas y “Socialistas”, al punto de que ningún país del mundo quisiera darle asilo. Fue México, siempre hospitalario, quien acogió al mancillado.
Los socialistas deformados de Stalin lo persiguieron por todo el planeta, lo sometieron al acecho de las fieras. A final, el 21 de Agosto de 1940, lo alcanzaron en México. Y cegaron la vida de León Trotsky, quien yace en una tumba resguardada por la Hoz y el Martillo, a la que siempre fue fiel.
Después vino el manto de silencio, el olvido, lo borraron de libros y fotografías, deformaron su pensamiento, lo convirtieron en lacra innombrable. Sólo mencionar su nombre trae exclusión de los círculos aún sumisos a la deformación. Hasta hoy los ortodoxos dogmáticos creados por los manuales le temen a sus ideas y a su ejemplo.
Es necesario estudiar a Trotsky, así lo recomendaba el Che. Sin Trotsky no se puede entender el camino del Socialismo. No se puede condenar a Stalin y a las deformaciones soviéticas ignorando a Trotsky, se corre el riesgo de contrarrevolución. No se puede hablar de Lenin sin hablar de Trotsky, ni de las deformaciones del Socialismo sin hablar de los heroicos intentos de corregir esas deformaciones.
¡Chávez es Socialismo!

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