Las amenazas a la Revolución son variadas y evidentes, el imperio y sus oficiales locales no cesan en su empeño, todos sus movimientos llevan el signo del odio a la redención de los humildes, del rechazo disociado a la Revolución Bolivariana y al Comandante Chávez.
Dentro de la Revolución encontramos diferentes posturas frente a las amenazas. Veamos.
Unos, cada vez menos, las ignoran, las minimizan, las reducen a las peleas locales con líderes de oposición dislocados. Estos son los candidatos a salir empijamados a algún estadio, y en el mejor de los casos a un aeropuerto de país vecino.
Otros señalan las amenazas con precisión, les hacen magníficos seguimientos, pero no proponen respuestas, se privan, renuncian a sus deberes de dirigentes, dejando al pueblo, a la masa bolivariana, desarmada y sin conducción. Confían en la respuesta espontánea.
Por supuesto que esta actitud conduce inexorablemente a la derrota, muy digna por cierto, pero siempre derrota.
Este descalabro puede tomar varias modalidades, puede ser electoral, en el caso de que la guerra mediática nos venza, en esa situación tendremos el triste espectáculo de pueblo eligiendo a sus verdugos, y la lamentable convicción de que fallamos como dirigentes revolucionarios.
La derrota puede tomar modalidad cruenta, golpe, magnicidio, en estas circunstancias el pueblo puede salir a la calle a protestar, pero inevitablemente será repelido con alto costo para las filas populares, ya sabemos que pueblo espontáneo carece de profundidad estratégica, sólo desarrolla táctica, y en un enfrentamiento de ese tipo la estrategia decide. Saber cuándo retirarse y cuándo atacar, el manejo de la ofensiva y de la defensiva, estrategias políticas y militares, son claves.
Un tercer grupo denuncia las amenazas, las diagnostican, proponen y organizan respuestas adecuadas. Promueven el fortalecimiento ideológico del pueblo, saben que cualquier respuesta tendrá como soporte la consistencia, la solidez ideológica de los bolivarianos, saben que en última instancia serán las ideas justas, claras, encarnadas en la masa, las que dirigirán la lucha y obtendrán triunfos.
La fortaleza electoral de la Revolución, además del arrastre y el prestigio del líder, debe tener un piso de ideología que haga impermeable el alma popular a las manipulaciones del enemigo.
Pero si la amenaza es cruenta, entonces la preparación, además de la ideológica, además de dotar al pueblo de razones sagradas por las cuales luchar, debe ser una preparación organizativa fina, que dote a la masa bolivariana de la disciplina para desarrollar táctica y estrategia.
La Masa debe tener claro sus centros de dirección, así se evita la confusión, debe tener disciplina en la acción, así se evita dispersar fuerzas, y se le da a la dirección capacidad de planificación.
La masa debe tener clara sus unidades de combate, así se crece en efectividad y se evitan pérdidas inútiles.
Son tres posiciones frente a las amenazas, todos son reflejos de ideologías diferentes, sólo la última es revolucionaria, obedece a la ideología del proletariado, esa debe ser impulsada por los revolucionarios.
¡Defendamos al Socialismo y al Comandante!
¡Chávez es Socialismo!
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