El humano es pensamiento, ya lo dijo el filósofo, “cogito ergo sum”: pienso luego existo. Pensar nos hace humanos, la humanidad se construye, se ha construido, en el pensamiento que evoluciona en relación estrecha con la realidad económica.
Ahora bien, el pensamiento se forma principalmente en la discusión, en el examen conjunto de una materia. Podría definirse al humano como el animal que piensa y discute.
Discutimos, pensamos, desde la vieja que chismea lavando ropa en un río, hasta el científico que expone un trabajo novedoso en un congreso. Si pudiéramos oír el sonido típico de la humanidad, este sería el murmullo de la discusión.
Entonces, una sociedad tendrá la calidad de los temas que discute, será los temas que discute, somos lo que discutimos.
Siendo así, la clave de la dominación reside en la calidad de los asuntos que la sociedad examina. Veamos.
Las clases dominantes tienen interés en que la sociedad dominada no reflexione asuntos importantes para su liberación, su labor de dominio descansa en llenar la mente social de trivialidades y desterrar las ideas “peligrosas”, las que cuestionan la dominación.
La Revolución es un cambio radical en la manera de pensar una sociedad y en los asuntos que se piensan, sin ese cambio no hay revolución. El enfrentamiento con la oligarquía es, en el fondo, el enfrentamiento de dos pensamientos.
De todo esto se deduce que, para una Revolución es fundamental la discusión, el contenido y la forma, los asuntos que se discuten y cómo se discuten.
Es importante estar atento a la discusión en el pueblo, no es un asunto para dejar a la improvisación, una de las funciones esenciales del partido, de la vanguardia, es dirigir esta discusión, dotarla de una lógica diferente a la lógica que el oligarca intenta imponer.
Cometemos error gravísimo cuando polemizamos con el enemigo como si de una pelea personal se tratara, cuando llenamos la confrontación de argumentos menores, que califican a las personas, pero no explican los hechos, no los colocan en sus relaciones con otros eventos.
Y cometemos error gravísimo, cuando los eventos importantes, los logros de la Revolución, son despachados de forma ligera, sin explicación, no son preocupación, no se colocan en el camino general de la Revolución, no se analizan sus repercusiones en el futuro de la sociedad.
Los dirigentes revolucionarios tienen una gran responsabilidad, ellos son educadores, sus declaraciones, sus actuaciones, son ejemplos, lecciones para el resto de la sociedad.
Una acusación de un dirigente, una amenaza, un reto, se transforma en una línea política, en una propuesta, determina el rumbo de la discusión, de la sociedad. No pueden ser lanzadas a la ligera, no es un asunto trivial.
El partido es instrumento principal para la educación política de la sociedad, sus acciones, sus campañas deben ser planificadas teniendo esa función en cuenta, deben romper los estrechos límites de su territorio, irradiar a la sociedad, señalarle lo importante, llenar sus reflexiones, conducirlas.
¡Discutir lo Importante!
¡Chávez es Socialismo!
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