9.3.09

LA EVOLUCIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS

Las formas de expresarse la ideología evolucionan, acompañan a los cambios de la realidad.
Un buen caso para estudiar estas mudanzas en la expresión de las ideologías, es el de la pequeña burguesía venezolana. Veamos.
Allá por los años cincuenta, la pequeña burguesía era una clase en formación, y sus aspiraciones de cambio pendulaban entre la Revolución de Liberación y la reforma socialdemócrata, entre los dogmatismos venidos de la internacional y los aires reformistas del APRA de Haya de la Torre.
Eran los días en que las dictaduras que padecía el continente se agotaban y los países entraban en turbulencias. Aquí en Venezuela el desenlace vino en 1958, ese año cae la dictadura de Pérez Jiménez y la pugna se decide a favor de la socialdemocracia, desembocando la turbulencia en cincuenta años de pacto de punto fijo.
La pequeña burguesía, con su ideología sumisa a la internacional, pero más importante, por su incapacidad y temor profundo a cambiar las estructuras, de hacer Revolución, no pudo, no supo, no quiso dar el giro revolucionario a la turbulencia.
Un año después en situaciones similares, Cuba, en un proceso dirigido por la ideología del proletariado, la de la Revolución verdadera, consigue enrumbarse, en contra de todo pronóstico, hacia el Socialismo.
Entonces los barbudos encienden la imaginación de la pequeña burguesía venezolana y esta se hace guerrillera, se viste de verde olivo.
Es tentador pensar que hubiese pasado si la Revolución Cubana se da antes que la caída de Pérez Jiménez. Quizá el ejemplo nos hubiese llevado por otra historia.
La lucha guerrillera no fue exitosa y la ideología pequeño burguesa que no admite adversidad, que no es consecuente, se inclinaron, unos, por reincorporarse a la legalidad, participar desde adentro, “combatir” al monstruo desde sus entrañas y por ese atajo disfrazaron su incorporación al sistema y arriaron con descaro las banderas del Socialismo.
Otros, persistieron en la búsqueda de una victoria que no era posible, que se evadía. Estos con más pudor derivaron hacia la expresión que les permitía volver a tomar el sol de la legalidad sin perder la vergüenza: Así se hicieron anarquistas tropicales.
En las cómodas aguas del Anarquismo Tropical flotaron y desde allí hicieron mucho daño a la posibilidad revolucionaria futura, impregnaron a las nuevas generaciones de su morbo paralizante. Veamos.
El anarquista tropical venezolano, como buen pequeño burgués, teme a la Revolución verdadera, la que va al fondo del asunto, a la sustitución de la propiedad nosocial de los medios de producción y la creación de Conciencia del Deber Social, es enemigo del Estado Revolucionario.

Pero también teme a parecer contrarrevolucionario, por eso se refugia en formas tremendistas inoperantes, que se prestan para la retórica revolucionaria.
No pueden hacer Revolución porque no entienden lo social, lo confunden, lo sustituyen con la suma de egoísmos, no ya individuales sino colectivos, impulsan formas nosociales de fragmentación, que niegan la noción de sociedad.
¡Socialismo es Sociedad!
¡Chávez es Socialismo!

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