29.4.08

LA LUCHA DE CLASES EN LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

Toda Revolución es una feroz lucha de clases, es la elevación de esa lucha a sus más altos niveles.
La Revolución es la sustitución de la hegemonía de un bloque de clases y su ideología, por la hegemonía de otro bloque de clases y su ideología.

En el caso de la Revolución Bolivariana , es la lucha feroz por la sustitución del bloque y la ideología del capitalismo, por el bloque y la ideología del Socialismo.

Esa lucha de clases es independiente de la voluntad de los individuos, se puede sustraer de los medios de difusión, pero siempre aparecerá en la realidad.

La oligarquía y el reformismo niegan la lucha de clases, de esa manera afianzan su mayor objetivo político: el colaboracionismo, el consenso, la inutilidad de luchar por cambiar al sistema, la resignación. Imaginan y nos presentan un mundo ficticio en donde todos somos iguales: “tenemos las mismas posibilidades”, “no es necesaria ninguna lucha social”, “los problemas se resuelven de manera individual”.

Los reformistas se constituyen así en un obstáculo importante a la marcha hacia el Socialismo. Con razón dijo un clásico: “si no existiera el reformismo ya la Revolución se hubiera hecho en el mundo”. Es que tras cada delgada piel de reformista se esconde un restaurador.

Esta negación de la lucha de clases, este colaboracionismo, se manifiesta de diferentes maneras en la práctica. Veamos.

En lo económico: Con la propuesta de un hibrido y el terror a avanzar hacia formas de Propiedad Social, se proponen formas que evitan dar el salto hacia el Socialismo.

En lo social: “Empoderar” al pueblo sólo en asuntos que no pongan en peligro al sistema. Son enemigos de la organización nacional del Pueblo, se limitan a la organización sólo en el nivel más local.

En lo político: Se expresa claramente el talante colaboracionista, siempre están proponiendo pactos con la oligarquía, se quejan del desprecio oligarca, siempre saboteando los avances.

Recientemente con la fundación del PSUV se manifiesta claramente esta ideología reformista. Expliquemos.

Primero: remiten las divergencias dentro del partido a “diferencias físicas y psíquicas entre sus integrantes y razones culturales”, no a la defensa de diferentes posiciones políticas que emanan de la feroz lucha de clases.

Segundo: contraponen el burocratismo al consenso, es decir, para que un partido no sea burocrático y autoritario debe haber consenso, deslizan así el colaboracionismo, o mejor, pretenden deslizarlo, porque ese consenso no es posible, la historia así lo demuestra.

Un partido revolucionario, como decía el Che, es la suma de los “mejores entre los buenos”. Tiene mecanismos para evitar el burocratismo, para sanarse, sin necesidad de incurrir en el castrante consenso. Uno de estos mecanismos es: Irreverencia en la Discusión , Fidelidad en la Acción. Los partidos así construidos han dado grandes batallas revolucionarias, en ellos militaron el Che y Fidel, Rosa Luxemburgo y Mao, Fabricio y Maneiro. Y, por supuesto, el inmenso Lenin.

La discusión está abierta y es inevitable.

¡Chávez es Socialismo!

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