7.9.06

EL ÁNGEL DE PETARE

En Petare había un ángel, vivía allí desde hacía tres años, vino de tierras cercanas para traer un mensaje de esperanza y de amor. Murió en combate contra el mal. Toda su vida se preparó para sanar enfermedades, y murió en combate contra la enfermedad social.
No la conocimos, sin embargo, intuimos que en Petare tuvo amigos, que hizo el bien, que alguien allá llorará su partida, que alguien pagó con amor el amor que prodigó, que a alguien curó, que a alguien reconfortó, y eso basta para sentirnos hermanos.
No la conocimos, pero sentimos que con ella se muere una parte de nosotros. Nuestra tristeza es grande mientras exista la enfermedad social que arrebata a los ángeles. Nuestra tristeza será grande.
No la conocimos, pero le agradecemos que ofrendara su vida para demostrarnos que somos buenos, que el humano puede convertirse en ángel, para demostrarnos que la enfermedad que nos transforma en monstruos puede ser curada, y que nosotros podemos participar de la batalla.
No la conocimos, pero manifestamos nuestra rabia.
No la conocimos, pero cerraremos una calle, la misma que cerramos cuando nos falta algo, la misma que cerramos para pedir, ahora la cerraremos para dar un poco del amor que ella nos dio.
No la conocimos, pero saldremos a solidarizarnos con su sueño.
No la conocimos, pero iremos con alegría a la lucha por construir el mundo que ella quería para nosotros, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino donde todos vivamos como hermanos, y donde la prédica de Cristo, “amaos los unos a los otros”, deje de ser un anhelo y se transforme en realidad.
No la conocimos, pero iremos con ella a tomar el cielo por asalto.
No la conocimos, pero le prometemos seguir luchando.
No la conocimos, pero sabemos que ella estará siempre con nosotros, ayudando a nuestros afanes con su ejemplo y su recuerdo. Presente cuando se cure a un obrero, presente cuando no muera un anciano, cuando nazca un niño en el rancho donde la enfermedad social lo condena a vivir.
A los ángeles que están en Venezuela, en Afganistán, en Pakistán, en Bolivia, en Guatemala, a los ángeles que enseñan, y a los que curan, y a los que combaten si ese es el reto, vaya nuestra gratitud, nuestro amor y nuestra rabia de compañeros heridos. A todos los revolucionarios de Cuba, nuestro abrazo de agradecimiento y nuestro compromiso de seguir en el camino… por sobre todo, seguir…
¡Viva Fidel!
¡Viva Chávez!

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