Una sociedad puede pasar siglos de vida rutinaria. Una
generación sigue a otra sin más historia que los sucesos familiares, nada digno
de recordar, rodeada de aburrimiento, cada día parecido al anterior, igual a
todos los que vendrán.
Otras sociedades tienen historias llenas de destellos
históricos, momentos que deciden el rumbo de la humanidad. En ellas nacen
hombres que con su pensamiento y su acción la dirigen a la aventura de
esculpirse humanos, a la búsqueda de nuevos universos, a empinarse sobre su
mundo hasta alcanzar la condición de próceres, de fundadores.
Esas sociedades son privilegiadas, en ellas vale la
pena vivir, allí el humano se hace humano.
En la Galilea de Cristo valía la pena vivir, aquellos
hombres cambiaron el mundo, el fuego que se encendió en sus entrañas los llevó
hasta los confines del planeta, fundaron un nuevo universo, derrotaron imperios
porque derribaron los fundamentos ideológicos que los sustentaban.
Bolívar condujo a Caracas, una pequeña sociedad del
imperio español, hasta las cumbres de la gloria, la que pertenece a los hombres
que liberan pueblos y continentes. Rompió con trescientos años de calma y su
llamarada iluminó al mundo. Aquellos hombres tuvieron el privilegio de vivir en
epopeya, su vida tuvo el sentido de lo grande, vencieron la mediocridad, fueron
dioses.
Martí fue continuador de Bolívar, completó su obra,
enriqueció su pensamiento. Con la emancipación de Cuba, casi un siglo después,
culminó la misión que había comenzado en 1810 en la Plaza Central de Caracas.
Fidel, perteneciente a esta línea histórica de grandes
hombres, con su ejemplo y su pensamiento recordó al continente la rebeldía que
habita a los hijos de Guaicaipuro, Tupac, Bolívar, Martí. Rompió el sosiego y
volvimos a ser humanos fundadores, erguidos con dignidad frente al imperio y al
capitalismo. En esos días valió la pena vivir.
Este continente palpita indómito, está lleno de dignos
y de luces que iluminan sus avatares. Aquí hay historia para contar, los niños
son arrullados por los recuerdos de los héroes que ha parido esta tierra, desde
Santucho, allá en el cono sur, hasta Roque Dalton en el extremo norte del
continente. El Che, internacionalista y humanista, los resume a todos.
Hoy nosotros somos privilegiados, pertenecemos a este
tiempo excepcional, vivimos en el destello del despertar, el clarín de la
Patria volvió a llamar, convoca para lo grande, para lo hermoso, a ser de nuevo
ejemplo para el continente, volvieron los momentos de Carabobo, del Paso de los
Andes. Nuestros mártires y nuestros héroes regresaron para inspirar las nuevas
batallas, tenemos oportunidad de continuar su obra, de concretar sus sueños.
Hoy el Comandante Chávez representa la continuidad de
la línea histórica que libera al humano, y nosotros, los que vivimos este
tiempo, tenemos el privilegio y el deber de acompañar esta gesta, de entender
el momento que vivimos, romper con la parsimonia, con la mediocridad y asumir
el reto, sentirnos felices, privilegiados de vivir y poder luchar ahora, cuando
la Esperanza de milenios se concreta.
¡Con Chávez haremos historia!
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