Podríamos decir que la Revolución tiene como uno de sus rasgos fundamentales, un cambio profundo en la cultura de la crítica.
Es así, la manera como nos comportemos frente a la crítica tendrá mucho que ver con la capacidad de una Revolución de robustecerse, de renovarse, de avanzar, de no perder el rumbo, en pocas palabras, de existir.
Las clases dominantes han hecho de la crítica una agresión, una ofensa, de esa manera protegen, blindan su hegemonía ideológica: lo que no se critica no se puede cambiar, permanece incólume. Han instaurado la idea de que criticar es una agresión, un ataque de enemigos, su lema es: "quien me critica es mi enemigo". De esa manera, la crítica ofende, y así se usa.
La Revolución debe instaurar una nueva cultura de la crítica, en eso, sin exageración, le va la vida, de eso depende su capacidad de evolucionar, y sabemos que proceso que no evolucione, que no se enriquezca con el debate de las ideas irremediablemente perece. Ahora bien, el debate, el cuerpo a cuerpo de los argumentos, no es un ballet al compás de un vals vienés, se trata de un fortísimo choque de argumentos expuestos por fieles militantes de la Revolución.
Esa es una de las características de la crítica, es un fuerte encontronazo teórico entre militantes de una misma causa, que tiene como único y sagrado fin, mejorar ese proceso, ajustar el rumbo. Cuando en encuentro de los argumentos deja de tener esa cualidad, entonces es batalla entre adversarios, no es crítica es ataque, y paradójicamente este ataque con frecuencia adquiere la forma de la lisonja que presagia una traición.
Las Revoluciones que no han sabido tratar a la crítica han fracasado. Pensemos en la Unión Soviética, y en cuanto le debe aquella derrota a un mal manejo de la crítica, al uso del fusilamiento, físico y moral, como argumento final. Recordemos a Trotsky.
A Dios gracias esta Revolución Bolivariana tiene una buena relación con la crítica, si alguna falta puede imputársele es la de haber exagerado hacia el perdón, hacia la magnanimidad, y esa falta, si es que la podemos considerar falta, se ve compensada por ser un ejercicio de amor, y los actos amorosos dispensan cualquier otra consideración.
Es así, se tiene una buena relación con la crítica, sin embargo, es necesario construir una cultura de la crítica, presentar batalla a la cultura de la dominación, aprender a usar los argumentos, superar las anécdotas, sustituir la crítica como agresión por la crítica como manifestación de amor.
Sospechar de quien no critique, de quien todo le parezca bueno, sospechar de la lisonja unánime y extendida. Pensar primero en las fallas, en los errores, todo sostenido en argumentos, lejos de la personalización, luego ir a lo bueno.
Podemos concluir que una Revolución tendrá la calidad que tenga su crítica. Si la crítica está arrinconada, si es de baja ralea, si se confunde con el chisme, la zancadilla, si produce retaliación, esa Revolución está destinada al fracaso.
¡Criticar es amar!
Es así, la manera como nos comportemos frente a la crítica tendrá mucho que ver con la capacidad de una Revolución de robustecerse, de renovarse, de avanzar, de no perder el rumbo, en pocas palabras, de existir.
Las clases dominantes han hecho de la crítica una agresión, una ofensa, de esa manera protegen, blindan su hegemonía ideológica: lo que no se critica no se puede cambiar, permanece incólume. Han instaurado la idea de que criticar es una agresión, un ataque de enemigos, su lema es: "quien me critica es mi enemigo". De esa manera, la crítica ofende, y así se usa.
La Revolución debe instaurar una nueva cultura de la crítica, en eso, sin exageración, le va la vida, de eso depende su capacidad de evolucionar, y sabemos que proceso que no evolucione, que no se enriquezca con el debate de las ideas irremediablemente perece. Ahora bien, el debate, el cuerpo a cuerpo de los argumentos, no es un ballet al compás de un vals vienés, se trata de un fortísimo choque de argumentos expuestos por fieles militantes de la Revolución.
Esa es una de las características de la crítica, es un fuerte encontronazo teórico entre militantes de una misma causa, que tiene como único y sagrado fin, mejorar ese proceso, ajustar el rumbo. Cuando en encuentro de los argumentos deja de tener esa cualidad, entonces es batalla entre adversarios, no es crítica es ataque, y paradójicamente este ataque con frecuencia adquiere la forma de la lisonja que presagia una traición.
Las Revoluciones que no han sabido tratar a la crítica han fracasado. Pensemos en la Unión Soviética, y en cuanto le debe aquella derrota a un mal manejo de la crítica, al uso del fusilamiento, físico y moral, como argumento final. Recordemos a Trotsky.
A Dios gracias esta Revolución Bolivariana tiene una buena relación con la crítica, si alguna falta puede imputársele es la de haber exagerado hacia el perdón, hacia la magnanimidad, y esa falta, si es que la podemos considerar falta, se ve compensada por ser un ejercicio de amor, y los actos amorosos dispensan cualquier otra consideración.
Es así, se tiene una buena relación con la crítica, sin embargo, es necesario construir una cultura de la crítica, presentar batalla a la cultura de la dominación, aprender a usar los argumentos, superar las anécdotas, sustituir la crítica como agresión por la crítica como manifestación de amor.
Sospechar de quien no critique, de quien todo le parezca bueno, sospechar de la lisonja unánime y extendida. Pensar primero en las fallas, en los errores, todo sostenido en argumentos, lejos de la personalización, luego ir a lo bueno.
Podemos concluir que una Revolución tendrá la calidad que tenga su crítica. Si la crítica está arrinconada, si es de baja ralea, si se confunde con el chisme, la zancadilla, si produce retaliación, esa Revolución está destinada al fracaso.
¡Criticar es amar!
4 comentarios:
La cultura de la crítica es enemiga de aquellos que tienen como patrón de conducta los valores de la burguesía que son los valores del liberalismo. El liberalismo rechaza la critica, rechaza la lucha ideologica. Aquellos que en nuestras filas ven una crítica como una amenaza practican el liberalismo, aquellos que anteponen sus intereses sobre el colectivo practican el liberalismo, no sustentar con argumentos lo que se afirma irresponsablemente es liberalismo, retardar el empoderamiento del pueblo es liberalismo. Dice Mao que La lucha ideológica activa es el arma que garantiza la unidad, todos los revolucionarios debemos empuñar esta arma. Vamos todos a criticar!!!
La cultura de la crítica es enemiga de aquellos que tienen como patrón de conducta los valores de la burguesía que son los valores del liberalismo. El liberalismo rechaza la critica, rechaza la lucha ideologica. Aquellos que en nuestras filas ven una crítica como una amenaza practican el liberalismo, aquellos que anteponen sus intereses sobre el colectivo practican el liberalismo, no sustentar con argumentos lo que se afirma irresponsablemente es liberalismo, retardar el empoderamiento del pueblo es liberalismo. Dice Mao que La lucha ideológica activa es el arma que garantiza la unidad, todos los revolucionarios debemos empuñar esta arma. Vamos todos a criticar!!!
La cultura de la crítica es enemiga de aquellos que tienen como patrón de conducta los valores de la burguesía que son los valores del liberalismo. El liberalismo rechaza la critica, rechaza la lucha ideologica. Aquellos que en nuestras filas ven una crítica como una amenaza practican el liberalismo, aquellos que anteponen sus intereses sobre el colectivo practican el liberalismo, no sustentar con argumentos lo que se afirma irresponsablemente es liberalismo, retardar el empoderamiento del pueblo es liberalismo. Dice Mao que La lucha ideológica activa es el arma que garantiza la unidad, todos los revolucionarios debemos empuñar esta arma. Vamos todos a criticar!!!
Yo creo que eso es más que un dilema cultural, es algo que es extensible a todas las culturas, tiene que ver con una propia conducta que no se puede despegar de la propia actitud egocéntrica.
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