¿Hacia dónde vamos? Es pregunta fundamental de una sociedad. Pueblo que no se haga esa pregunta, que no intente responderla con rigor, es fácil presa de sus esclavistas. Veamos.
Nosotros en la Revolución Bolivariana debemos estudiar el asunto con la profundidad que impone la responsabilidad de no dejar perecer la esperanza, porque no es sólo nuestra, es de toda la humanidad.
La historia nos enseña que los procesos emancipatorios se impulsan con el pensamiento que construye, a partir de la realidad, la teoría destinada a hacerse praxis, es decir, práctica revolucionaria dirigida por teoría revolucionaria.
Eso es lo que hace Bolívar en el Manifiesto de Cartagena, allí fortalece la idea que da sentido a la Campaña Admirable. Los patriotas venían de un duro golpe, la pérdida de la Primera República, Bolívar sentía la caída de Puerto Cabello… Era necesario devolver el entusiasmo y la posibilidad a la causa patriota.
La Campaña Admirable, además de una brillante gesta militar, fue una operación dirigida al alma de aquel pueblo, una demostración de que la emancipación era posible, las dificultades siempre podían ser superadas.
Cuando Bolívar entra a Caracas, a escasos tres meses de haber comenzado la campaña, no sólo había vencido militarmente a los monárquicos, sino que había sentado el espíritu invencible de la Independencia, y demostrado que ésta era capaz de sobreponerse a las dificultades y seguir adelante. La idea libertaria era irreductible, a la larga vencería, estaba destinada a triunfar.
La Campaña Admirable creó el santuario espiritual de la Independencia, creó una zona de emancipación en el corazón del pueblo. Esa es la clave de la Independencia, y de cualquier Revolución: hacer creíble el sueño, sembrarlo en el alma popular.
La existencia de esa zona de emancipación espiritual hizo invulnerable a la causa independentista: pudo ser derrotada mil veces en el plano militar, pero en el alma popular tenía su cuartel rebelde perenne, su recuerdo, su referencia para reponerse y emprender de nuevo la batalla. La historia de la Independencia es la historia de la superación de las dificultades a partir del santuario espiritual.
Las Revoluciones necesitan estas zonas espirituales que apuntalen la contienda, que sostengan el amor del pueblo, que eleven su conciencia en los momentos difíciles.
Para la Revolución Cubana la zona espiritual fue la Sierra Maestra: en la Sierra se consolidó el espíritu revolucionario conquistado en el Moncada y el Granma.
Nosotros construimos nuestras zonas espirituales el 4 de febrero, el 27 de noviembre, en Abril y Diciembre.
Ahora las circunstancias reclaman que consolidemos nuestra gesta, es necesaria una zona espiritual que resuma a todas las anteriores. Que demuestre y sea vitrina de hacia dónde vamos, que sea ejemplo de la nueva relación entre los humanos, demostración de que el Socialismo es posible, necesario y que resuelve los problemas más importantes del individuo y de la humanidad: devuelve la condición amorosa del hombre, derrota al “hombre lobo del hombre”, construye “al hombre hermano”, borra la marca de Caín.
¡Chávez es Socialismo!
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