La situación de turbulencia amerita un análisis de las ideologías que pugnan por la dirección de la sociedad. Ya vimos que lo dominante en el bando oligarburgués es la tendencia golpista, a ella se subordinan cada día las corrientes de la falsademocracia. Veamos qué sucede en el campo bolivariano.
La pequeña burguesía no comprende la lucha de clases, o mejor, la comprende pero no puede participar en ella pues carece de proyecto propio, se distrae en objetivos subalternos, arrastra a su causa a sectores campesinos y obreros que aún no maduran para entender su papel histórico.
La pequeña burguesía ante las dificultades propias del avance revolucionario, frente a la necesidad de definiciones, se refugia en la pelea subalterna con la “burocracia”. Es una manera de no ir al fondo del asunto, de esquivar el meollo de la Lucha de Clases: la Propiedad de los Medios de Producción y la Conciencia del Deber Social.
Para los que así piensan, los problemas que confronta la Revolución tienen que ver, no con la ideología sino, por ejemplo, con el mal funcionamiento de un simple buró, entonces, como remedio se toma la casa del partido, y a esa “hazaña militar” reducen la necesaria lucha ideológica.
O se distraen en el ataque a unos burócratas fantasmagóricos, cuya definición calzaría muy bien con los que fungen de abanderados de esta propuesta extraña: ellos han sido o son ministros, diputados, sindicalistas, etc. Aquí cabría parafrasear el proverbio y decirles: “quién esté libre de burocracia que tire la primera piedra”.
Simultáneamente los campesinos agrupados en el movimiento zamorano toman posición en un comunicado, analicemos su postura.
Se preguntan:
“¿Qué sucede con los históricamente aptos para emprender la tarea de vanguardizar los cambios sociales?
“¿Es en Venezuela bolivariana la clase obrera, la llamada a liberarse a sí misma y consigo al conjunto de los explotados?
Y concluyen:
“No todos los trabajadores son obreros. Ni por ser obreros son “puros y están libres de pecado”. Dejémonos de teologismos y de paradigmas eurocentristas, de la absolutista racionalidad judeo-cristiana. La clase obrera es quizás la más complicada en estos días en el cuento de la liberación."
“Los pueblos originarios, el movimiento campesino tienen mayor facilidad de comprender el rol que ocupan en la cadena que alimenta al capital trasnacional, entre otras cosas por su ubicación geográfico-cultural. El movimiento obrero en particular y los trabajadores en general, tienen que romper una doble cadena dominadora, la de la venta de su fuerza de trabajo manual e intelectual, y la del patrón de consumo que les ahoga…”
Claramente se ve la uña de la pequeña burguesía, folklórica, anarcoide. Le temen a la clase obrera encontrada con su ideología. En esa postura divisionista, contrarrevolucionaria, pretenden arrastrar a los campesinos, cuando lo Revolucionario es plantear una fuerte alianza obrero-campesina.
En un rincón nos encontramos con los filosofastros boxeando con las sombras del hiperliderazgo y lanzando piedras a la marcha de la propiedad socialista y la conciencia socialista, les perturba el Che y Lenin.
¡Chávez es Garantía!
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