El fenómeno Zelaya tiene la virtud de hacernos pensar en la legalidad oligarca, es un ejemplo muy claro de la hipocresía, la falsedad que la envuelve, develar su verdadera esencia es muy importante para los movimientos liberadores.
Debemos interiorizar que no existe una legalidad por encima de la clase dominante, la legalidad se construye para sostener, perpetuar al sistema dominante, en este caso al sistema capitalista.
Al servicio de esta permanencia se encuentra todo el accionar de la sociedad, la cultura, la economía, y por supuesto la legalidad.
Cuando el sistema capitalista está en peligro, todas las convenciones se fracturan, entonces surge su verdadera esencia: lo único que le importa es mantener las posibilidades de lucro.
El sistema no tolera la más mínima disidencia, sabe detectar a sus verdaderos enemigos, y los enfrenta aún en el embrión.
La historia nos enseña la realidad de la lucha, la despoja de maquillajes. Ejemplos abundan de la oligarquía, el capitalismo, irrespetando, pisoteando su misma legalidad. Aquí mismo en Honduras tenemos una muestra. Veamos.
El Presidente Zelaya es derrocado, es decir, violada la legalidad ficticia, sustituida por la legalidad real, la de la fuerza, la defensa de los intereses capitalistas.
Entonces inmediatamente la lucha se traslada a la legalidad ficticia, la de mentira: la OEA, el Grupo de Río, hasta la ONU, se pronuncian, pero todo en la lógica ficticia, no la trascienden y, por supuesto, todo queda igual.
Zelaya penetra, va a una embajada, parlamenta, dialoga, siempre atrapado en la legalidad de mentira, la que no cambia nada. Esto se traduce en que el sistema capitalista salió ganando: le demostró al mundo que la amistad con la ALBA, con Chávez, no es asunto trivial, significa salirse de los mandamientos del imperio, y eso tiene su precio, su castigo.
Se demostró que no se puede avanzar en armonía con los organismos internacionales, que son agencias de protección de la legalidad ficticia, esto es: de la defensa de los intereses capitalistas.
Se demuestra que la Revolución debe, tiene que sustituir la legalidad capitalista por su legalidad.
Aquí en Venezuela tenemos ejemplos de la hipocresía de la legalidad oligarca, Bolívar cumplió con la legalidad ficticia, y fue víctima de la legalidad real: los oligarcas defendieron sus intereses, y lo llevaron a San Pedro Alejandrino.
Honduras es una lección clara de la legalidad real, la de Micheleti y el imperio, y la obstinación en permanecer en una legalidad ficticia, leguleya, la de Zelaya.
Surge una pregunta: ¿Cómo hacer para zafarse de la trampa de la legalidad hipócrita?
La respuesta es una: la legalidad de los oligarcas capitalistas es la defensa del capitalismo, el sistema de apropiación del trabajo y la riqueza ajena, lo que lo favorezca es legal, lo que lo perjudique es ilegal.
Entonces, la legalidad de los revolucionarios es la defensa de la Revolución, lo que la favorezca es legal, lo que la perjudique es ilegal.
Estas son las dos legalidades que se enfrentan, lo demás es ilusión.
¡Chávez es Socialismo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario