Algunos sucesos históricos marcan el rumbo de naciones y hasta de continentes, es por eso que el éxito político depende de su cabal comprensión. Abril de 1810, la pérdida de
El primero de ellos es el 27 de febrero de 1989, sobre él llueven variadas interpretaciones.
Nosotros pensamos, a contracorriente con la idea generalizada, que aquellas jornadas fueron el entierro de un ciclo histórico que tiene dos marcadas influencias: una, las teorías de la izquierda, que se había lanzado en brazos del anarquismo tras la derrota en la lucha armada, y la otra influencia, el populismo del pacto puntofijista, que venía de los días copiosos del primer gobierno de carlos andrés pérez, cuando se sembró en el pueblo expectativas materiales egoístas.
Durante los acontecimientos del 27-F, el pueblo, sin organización, espontáneamente, se lanzó a la calle a disputar su parte de la renta petrolera, desordenadamente, única manera que en aquella oportunidad le era posible. El pueblo, abandonado por la dirigencia revolucionaria que padecía de anarquismo, educado y concientizado en el facilismo egoísta del gobierno de pérez, acostumbrado al Estado paternalista, no resistió las penurias impuestas por el agotado proyecto populista que, por exigencias de la economía capitalista internacional, ya no disponía de riqueza para sostener el proyecto derrochador.
Aquellas jornadas fueron el entierro de un pacto populista que duraba ya casi cincuenta años, y también de una izquierda extraviada que se debatía entre el anarquismo y el salto hacía territorios reformistas. Nace así una nueva etapa que refuta al pasado y tiene su arranque el 4 de febrero de 1992.
Esta rebelión contrasta con el 27 y nos indica un nuevo rumbo: el 27 espontáneo, el 4 planificado, aquel sin dirección, éste con una dirección militar, el primero sin objetivos políticos, sin consignas, no dejo rastros de organización, se perdió en las neblinas de la historia, el segundo, con objetivo de poder muy claro, con consignas, con una organización que lo trasciende, se interna en la historia con aliento de cambios.
Entender al 27 de febrero como un triunfo popular y un paradigma, es un error de apreciación histórica que aviva las ideas equivocadas (anarquismo y populismo), las hacemos beligerantes, y debilitamos a
¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo Auténtico!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario